Por Martín Díaz / La Nube
La corrupción en Reynosa no solo se tolera, se protege. Karla Luna, regidora ausente y operadora de la familia Carmona en el Ayuntamiento, acumula faltas, escándalos y desvíos millonarios sin que nadie se atreva a tocarla. No es por falta de pruebas. Es por miedo.
Un reportaje del portal Tribuna Abierta reveló que el gobierno municipal de Reynosa pagó más de 300 mil pesos a una página de noticias de reciente creación en Río Bravo, que apenas cuenta con 10 seguidores. Una página fantasma que nunca comprobó servicios reales. Pero esa factura es solo la punta del iceberg de lo que se sospecha es un barril sin fondo de corrupción manejado desde la Coordinación de Comunicación Social de Reynosa, área que Karla Luna sigue controlando desde el Valle de Texas, a pesar de haber sido nombrada regidora.
El problema no es solo el dinero. Es el poder que ostenta gracias a su vínculo familiar con Perla McDonald, viuda de Sergio Carmona, el empresario huachicolero que financió campañas políticas de Morena en todo el país. Karla Luna está casada con Diego Martínez McDonald, sobrino directo de la heredera del imperio Carmona. Por eso, aunque acumule más de 10 faltas al Cabildo y despache desde Estados Unidos, sigue manejando un presupuesto de más de 50 millones de pesos en comunicación social.
El joven e inexperto alcalde Carlos Peña Ortiz ha intentado deslindarse públicamente del clan Carmona. Dijo no conocerlos, dijo no tener relación. Pero en la práctica, ha sido incapaz de remover a Karla Luna, quien sigue operando con total impunidad gracias al respaldo de la senadora Maki Ortiz, verdadera jefa política de Reynosa, quien impuso a su hijo como alcalde y mantiene a Karla como enlace con el clan Carmona.
La Fiscalía Anticorrupción de Tamaulipas ya investiga estos contratos inflados y los pagos a medios inexistentes. El fiscal Jesús Eduardo Govea Orozco confirmó que las denuncias periodísticas, como la publicada por Tribuna Abierta, son lo suficientemente “objetivas y concretas” como para iniciar una investigación de oficio.
Sin embargo, en Reynosa nadie se atreve a romper el pacto. Funcionarios, regidores y hasta el propio alcalde guardan silencio, atrapados en una red de complicidades y temores. El poder de Karla Luna no está en su cargo, está en su apellido político. Y en Reynosa, ese apellido sigue mandando.